Reflexion de la Semana

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sábado, 19 de marzo de 2011

La Pasión de DIOS


La pasión de Dios



Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mi.
Jonás 1:2
Mientras esperábamos en el cementerio la llegada del auto de la funeraria con los restos de un prominente joven profesional de la iglesia, que había sido asesinado. Me acerqué para expresar mis condolencias a su apesadumbrado padre, quien expresaba en su rostro nítidamente lo que es la tristeza. Su corazón herido hasta lo más profundo experimentaba el dolor más indescriptible. Este angustiado padre, quien había perdido al hijo de sus sueños, me expresó las palabras más difíciles de entender que jamás había escuchado. Hasta el día de hoy repercuten en mis oídos y todavía me pregunto cómo es posible que un ser humano pueda hablar de esa manera, cómo es posible que un hombre, la vida de cuyo hijo ha sido segada con crueldad y sadismo, pueda albergar tales sentimientos. Esto fue lo que me dijo: «Pastor, Dios permita que estos hombres, que me han causado este terrible daño, tengan la oportunidad de conocer a Jesús y se arrepientan, para que no vengan a juicio de condenación y puedan ser salvos. Me gustaría verlos en el cielo juntamente con mi hijo».
Mas confundido de lo que yo me sentí se quedó Jonás cuando escuchó este mandato divino: «Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad y pregona contra ella» (Jon. 1: 2). ¿Cómo es posible? ¿Dios buscando un predicador para que vaya a Nínive a predicar de manera urgente y elocuente para evitar que esa ciudad fuera destruida? Es difícil que nos hagamos una idea del impacto del mandato divino, a no ser que sepamos quiénes eran los asirios, habitantes de Nínive.
Los asirios eran un pueblo feroz y sanguinario. Deseaban conquistar todo el mundo. Hacían guerra de ciudad en ciudad y permanecían todo el tiempo que fuera necesario hasta que la ciudad caía. Cuando finalmente tomaban la ciudad, empalaban a sus gobernantes y cortaban suficientes cabezas como para formar con ellas una pirámide, que ubicaban ante los muros de la siguiente ciudad para anunciarle el fin que le esperaba. Que Dios evitara destruir a gente así dejaba estupefactos a los israelitas, pues también a Israel quería destruir Asiría.
El amor de Dios es tan profundo que ninguno de nosotros puede alcanzar a entenderlo. No es solo para los que buscan a Dios. Es también para los que están lejos de él. Nunca entenderemos cuánto nos ama Dios hasta que entendamos cuánto amaba a los asirios. Nunca entenderemos por qué tenemos que ir en misión a alcanzar a personas indeseables hasta que entendamos el apasionado amor de Dios.


Noviembre 24



Te doy gracias por mi enemigo



Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl.

1 Samuel 24:5
Si sabes de alguna persona que esté empecinada en buscar tu mal y en desacreditarte, entonces permíteme que te diga que tienes una bendición muy grande. Eso no le sucede a cualquiera. Tu enemigo y tú han sido escogidos por Dios, y detrás de tu enemigo está la mano de Dios. En realidad, la rivalidad y la enemistad que surgieron de Saúl en contra de David fue lo mejor que le pudo pasar a David. Dios más bien le hizo un favor a David: Dios usó a Saúl para mantener a David huyendo en los montes agrestes, donde aprendió a ser sensible a la voz del Espíritu Santo (1 Sam 24: 5), y donde también aprendió acerca del perdón total. Saúl fue el pasaporte de David para un mayor acercamiento a Dios.
Cuando uno decide perdonar completamente a su enemigo, entonces se ha cruzado completamente la barrera de lo natural a lo sobrenatural. Tal vez tú, igual que yo, quisieras tener todos los dones del Espíritu Santo, pero, aparte del don de la sanidad, de la intercesión o de la paciencia, el don que más debemos buscar es el del perdón.
Todos estos dones son sobrenaturales, lo cual quiere decir que están fuera de lo normal. En realidad, no hay verdadera explicación para lo milagroso; por eso es un milagro. Por ello, cuando extendemos nuestro perdón a alguien obramos un milagro. Cuando perdonamos totalmente, entonces finalmente hemos alcanzado el nivel más alto que hay en términos de espiritualidad.
David tuvo al rey Saúl en sus manos para cortarle la cabeza y, hasta cierto punto, Saúl se lo merecía. Después de todo, Dios ya había escogido y bendecido a David como próximo rey de Israel. David, ciertamente, pudo haber razonado de esa manera y actuado en consecuencia, pensando que más bien contribuía a los propósitos de Dios al matar a Saúl. Humanamente hablando, matar a Saúl es lo que cualquiera de nosotros habría hecho, pero David hizo algo que le acreditaba el titulo de «hombre de acuerdo al corazón de Dios». No hay nada que alegre más el corazón de Dios que el perdón. El gozo más grande de él es perdonarnos a cada uno de nosotros. Hoy él pide que reflejemos su carácter perdonando a alguien a quien consideramos que sea imposible perdonarlo jamás. ¿Podrás cruzar hoy la barrera de lo sobrenatural?


Que Dios te bendiga,
Cielo Estrella

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