Reflexion de la Semana

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¡El Señor es mi pastor nada me faltara!

domingo, 20 de marzo de 2011

El deber de amar a nuestros semejantes.



PERO A VOSOTROS LOS QUE OÍS, OS DIGO: AMAD A VUESTROS ENEMIGOS, HACED BIEN A LOS QUE OS ODIAN,BENDECID A LOS QUE OS MALDICEN Y ORAD POR LOS QUE OS CALUMNIAN. AL QUE TE HIERA EN UNA MEJILLA, PRESENTALE TAMBIÉN LA OTRA; Y AL QUE TE QUITE LA CAPA,NI AUN LA TUNICA LE NIEGUES. A CUALQUIERA QUE TE PIDA, DALE; Y AL QUE TOME LO QUE ES TUYO, NO PIDAS QUE TE LO DEVUELVA. Y COMO QUEREIS QUE HAGAN LOS HOMBRES CON VOSOTROS, ASÍ HACED VOSOTROS CON ELLOS. SI AMÁIS A LOS QUE OS AMAN, ¿QUE MÉRITO TENÉIS? TAMBIÉN LOS PECADORES AMAN A LOS QUE LOS AMAN. LUCAS 6:27-32




Que difícil nos resulta amar a algunas personas verdad?, Pero este versículo nos dice que si amamos a los que nos aman no tiene mérito alguno. En nuestro transitar por la vida nos encontramos con todo tipo de personas, algunas muy agradables y otras difíciles de tolerar, pero Dios lo sabe y nos manda a que nos esforcemos por amar de igual forma tanto a unas como a otras, porque asi nos pareceremos a Él que nos ama a pesar de nuestros errores. Cuando alguien nos lastima en alguna forma nos cuesta perdonarlo y llegamos a guardar resentimiento en nuestro corazón que va ir creando raíces de amargura y que nos va dañando nuestro interior, hasta lograr que nuestro corazón se vaya endureciendo y nos quedemos cada vez mas solos, de forma tal que nuestra situación postrera terminará siendo peor que la primera. Tal vez esa persona no se dió cuenta que causaba tanto daño y hasta se olvido del asunto y sigue tranquilo y/o tranquila y felíz, mientras que nosotros sufrimos y nos amargamos sin razón. El Señor quiere que nos esforcemos en amar a nuestros enemigos porque sabe que el odio hace mucho daño al que lo siente, y Él quiere que vivamos felices y llenos de paz. Si no podemos sacar el odio, resentimiento y/o amargura de nuestros corazones, no hay problema, pues tenemos a Alguien que siempre esta dispuesto a ayudarnos en aquello que nos parece imposible, Es el Todopoderoso. Pidamosle a Él que nos ayude a echar fuera el dolor y encontrar el perdón y la forma de amar a todas las personas como Él las ama. De esta forma alegraremos su corazón y el nuestro. No olvidemos nunca que "TODO LO PODEMOS EN CRISTO QUE NOS FORTALECE". Cuando alguien te haga sentir mal recuerda, que todos los dias sin darnos cuenta ofendemos y/o entristecemos el corazón de Dios y Él siempre nos perdona y nos sigue amando sin importar nuestro comportamiento. Dios ama al que le busca todos los dias y también al que esta lejos de Él, hace llover sobre buenos y malos, y quiere que tú hagas lo mísmo. Esa persona que te trata mal, también es amada por Dios y necesita de ti para que no se pierda. Debemos recordar que somos instrumentos de Dios aqui en la tierra para que Él pueda por medio de nosotros llegar a la gente y evitar que se condenen para siempre. En alguna parte leí una frase que no olvido: ¡Amame cuando menos lo merezca, porque es cuando mas lo necesito!. Que Dios les bendiga e ilumine siempre su rostro con una sonrisa!


Luz Mora




sábado, 19 de marzo de 2011

La Pasión de DIOS


La pasión de Dios



Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mi.
Jonás 1:2
Mientras esperábamos en el cementerio la llegada del auto de la funeraria con los restos de un prominente joven profesional de la iglesia, que había sido asesinado. Me acerqué para expresar mis condolencias a su apesadumbrado padre, quien expresaba en su rostro nítidamente lo que es la tristeza. Su corazón herido hasta lo más profundo experimentaba el dolor más indescriptible. Este angustiado padre, quien había perdido al hijo de sus sueños, me expresó las palabras más difíciles de entender que jamás había escuchado. Hasta el día de hoy repercuten en mis oídos y todavía me pregunto cómo es posible que un ser humano pueda hablar de esa manera, cómo es posible que un hombre, la vida de cuyo hijo ha sido segada con crueldad y sadismo, pueda albergar tales sentimientos. Esto fue lo que me dijo: «Pastor, Dios permita que estos hombres, que me han causado este terrible daño, tengan la oportunidad de conocer a Jesús y se arrepientan, para que no vengan a juicio de condenación y puedan ser salvos. Me gustaría verlos en el cielo juntamente con mi hijo».
Mas confundido de lo que yo me sentí se quedó Jonás cuando escuchó este mandato divino: «Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad y pregona contra ella» (Jon. 1: 2). ¿Cómo es posible? ¿Dios buscando un predicador para que vaya a Nínive a predicar de manera urgente y elocuente para evitar que esa ciudad fuera destruida? Es difícil que nos hagamos una idea del impacto del mandato divino, a no ser que sepamos quiénes eran los asirios, habitantes de Nínive.
Los asirios eran un pueblo feroz y sanguinario. Deseaban conquistar todo el mundo. Hacían guerra de ciudad en ciudad y permanecían todo el tiempo que fuera necesario hasta que la ciudad caía. Cuando finalmente tomaban la ciudad, empalaban a sus gobernantes y cortaban suficientes cabezas como para formar con ellas una pirámide, que ubicaban ante los muros de la siguiente ciudad para anunciarle el fin que le esperaba. Que Dios evitara destruir a gente así dejaba estupefactos a los israelitas, pues también a Israel quería destruir Asiría.
El amor de Dios es tan profundo que ninguno de nosotros puede alcanzar a entenderlo. No es solo para los que buscan a Dios. Es también para los que están lejos de él. Nunca entenderemos cuánto nos ama Dios hasta que entendamos cuánto amaba a los asirios. Nunca entenderemos por qué tenemos que ir en misión a alcanzar a personas indeseables hasta que entendamos el apasionado amor de Dios.


Noviembre 24



Te doy gracias por mi enemigo



Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl.

1 Samuel 24:5
Si sabes de alguna persona que esté empecinada en buscar tu mal y en desacreditarte, entonces permíteme que te diga que tienes una bendición muy grande. Eso no le sucede a cualquiera. Tu enemigo y tú han sido escogidos por Dios, y detrás de tu enemigo está la mano de Dios. En realidad, la rivalidad y la enemistad que surgieron de Saúl en contra de David fue lo mejor que le pudo pasar a David. Dios más bien le hizo un favor a David: Dios usó a Saúl para mantener a David huyendo en los montes agrestes, donde aprendió a ser sensible a la voz del Espíritu Santo (1 Sam 24: 5), y donde también aprendió acerca del perdón total. Saúl fue el pasaporte de David para un mayor acercamiento a Dios.
Cuando uno decide perdonar completamente a su enemigo, entonces se ha cruzado completamente la barrera de lo natural a lo sobrenatural. Tal vez tú, igual que yo, quisieras tener todos los dones del Espíritu Santo, pero, aparte del don de la sanidad, de la intercesión o de la paciencia, el don que más debemos buscar es el del perdón.
Todos estos dones son sobrenaturales, lo cual quiere decir que están fuera de lo normal. En realidad, no hay verdadera explicación para lo milagroso; por eso es un milagro. Por ello, cuando extendemos nuestro perdón a alguien obramos un milagro. Cuando perdonamos totalmente, entonces finalmente hemos alcanzado el nivel más alto que hay en términos de espiritualidad.
David tuvo al rey Saúl en sus manos para cortarle la cabeza y, hasta cierto punto, Saúl se lo merecía. Después de todo, Dios ya había escogido y bendecido a David como próximo rey de Israel. David, ciertamente, pudo haber razonado de esa manera y actuado en consecuencia, pensando que más bien contribuía a los propósitos de Dios al matar a Saúl. Humanamente hablando, matar a Saúl es lo que cualquiera de nosotros habría hecho, pero David hizo algo que le acreditaba el titulo de «hombre de acuerdo al corazón de Dios». No hay nada que alegre más el corazón de Dios que el perdón. El gozo más grande de él es perdonarnos a cada uno de nosotros. Hoy él pide que reflejemos su carácter perdonando a alguien a quien consideramos que sea imposible perdonarlo jamás. ¿Podrás cruzar hoy la barrera de lo sobrenatural?


Que Dios te bendiga,
Cielo Estrella

sábado, 12 de marzo de 2011

¿Sabes Pedir?

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Romanos 8:26.

¿Cuántas veces oraste, y tuviste la sensación de que Dios no te respondió? En cierta ocasión, el propio Señor Jesucristo enseñó que pedimos y no recibimos, porque pedimos mal.
Aunque pidamos con toda sinceridad, no sabemos hacerlo bien. Si supié­semos, con toda seguridad Dios respondería todas nuestras oraciones.
Tal vez, la razón de nuestras peticiones equivocadas sea nuestra propia hu­manidad, y el limitado concepto que tenemos del bien y del mal. El egoísmo, arraigado en nuestra naturaleza, nos lleva a pedir y pedir, teniendo como eje central nuestros deseos y orientados por intereses momentáneos y pasajeros.
Glaucia deseaba ser madre. Diez años después de casada, no concebía, y empezó a obsesionarse con la idea. Suplicaba a Dios, pedía a todos que orasen por ella, y se había endeudado, buscando dinero para pagar a los mejores es­pecialistas e intentar los métodos más sofisticados.
Quedó embarazada. Pasó casi los nueve meses sin moverse, y el niño nació. ¡Aquel fue un día de fiesta! Ella pensaba que Dios la había oído y atendido sus súplicas. Ya pasaron veinte años, y hoy Glaucia cree que insistir ante Dios fue la peor decisión de su vida.
-Si pudiese volver veinte años atrás, aceptaría la voluntad del Señor para mi vida -escribió en una carta dramática, en la que narraba la vía dolorosa que pasaba por causa del hijo rebelde.
¿Se equivocó Glaucia, al insistir con el Señor para que le diese un hijo? No lo sé; yo también soy un ser humano. Pero, el versículo de hoy dice que, aun­que nosotros no sepamos pedir, el Espíritu de Dios viene en nuestro auxilio, a fin de suplir nuestra debilidad.
La palabra "debilidad", en el original griego, es astenia, que literalmente significa "enfermedad". ¿Qué enfermedad? La enfermedad del pecado, que nos acompañará hasta el día de la venida de Cristo. Hasta ese día, a pesar de haber sido convertidos, continuaremos con la tendencia humana que nos lleva a in­sistir como un niño, con tal de conseguir lo que queremos.
Por eso, suplica hoy la dirección del Espíritu, con el fin de que te brin­de discernimiento y sabiduría en lo que tengas que pedir a Dios. "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles".

Tiempo para todo

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Eclesiastés 3:1.

Jugaba al amor libre. "Mientras espero al hombre correcto, me divierto con los errados", decía. Y su carcajada, como cascada de aguas salvajes, se perdía entre las piedras de montañas sin fin. Jugaba su propio partido; como si la vida no tuviese reglas. Corría como una gacela, por los atractivos prados de una sociedad liberal. Nadaba en las aguas turbulentas de la nueva moralidad; descendía a las profundidades de aquel mar embravecido, atraída por los corales y los peces multiformes.
Un día quiso salir. Le faltaba oxígeno... Intentó regresar a la superficie, y se dio cuenta de que había ido demasiado lejos. Murió de Sida, a los 28 años.
¡Gabriela, Gabriela! Tu piel canela estaba demasiado blanca el día de tu entierro; tus ojos, anteriormente tan vivaces, no tenían ya luz. ¿Qué hiciste con tu vida? ¿Por qué no respetaste el tiempo? ¿Por qué jugaste con tu tiempo... y te fuiste antes de tiempo?
Hay dos pensamientos contenidos en el versículo de hoy. El primero es que existe un determinado tiempo para todo. La vida no es la sucesión accidental de hechos; no debe serlo. Me alimento cuando puedo; trabajo cuando se me antoja; duermo si sobra tiempo. ¡No! Es necesario establecer un programa de actividades, y seguirlo conscientemente.
El segundo pensamiento es que lo que hay que hacer hay que hacerlo a su debido tiempo: ni antes ni después. Invertir el orden puede ser fatal. Al ser humano, sin embargo, no le gustan las reglas; quiere hacerlo todo de acuer­do con las circunstancias y conforme a su voluntad.
¿Imaginaste un partido de fútbol en que cada jugador siguiese sus propias reglas? ¿Cómo terminaría? Creo que ni empezaría. Existe un juez que determina lo que se puede o no se puede hacer, y especifica el momento de hacerlo. El tiro libre no puede ser disparado sin la orden del juez; el gol no puede ocurrir después de que el juez hace sonar el silbato, indicando el final del partido.
Si en cosas tan simples, como el fútbol, existen reglas, ¿por qué no debería existirías en la vida?
Hoy es un nuevo día. Corre las cortinas de tu vida. Deja entrar el sol. Es tiempo de vivir, de evaluar; de corregir, si fuese necesario. Por eso, busca a Jesús, y permite que él guíe tus pasos a lo largo de este día, recordando que "todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora".

Que Dios te bendiga,

Marzo 12 2011
Cielo Estrella